lunes, 19 de septiembre de 2011

tortura voluntaria


Y esa utopía mortal espera en la azotea del edificio. Y sigue caminando, y en cada escalón apoya un hueso y no un pie.
Y todo lo que se puede pedir, llegado un momento, es aislarse, alejarse, olvidar, dejar de sentir, apartar la oscuridad, concentrarse en que el fantasma desaparezca unos instantes, creer con fuerza que puedes escapar, y correr, huir todo lo rápido que tus pies te lo permitan, no llorar, reservar esas lágrimas para que mojen más que una hoja de papel y un boli, soñar, soñar y soñar con algo mejor.
Sobrevivir, superar, mantenerse, resistir, ser fuerte. Sueños vanos y vacíos, pero al fin y al cabo, tristes anestesias temporales que gritan brazos amigos.
Ayuda, grita.

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